Moonraker

Alcantarillas de París

El modelo que podríamos denominar la ciudad industrial limpia - aquella capaz de reunir las condiciones de orden, higiene y decoro acordes con las exigencias del modo productivo capitalista - se establece en teoría a finales de la primera mitad del siglo XIX.

Esto supone que el debate de fondo - en lo que atañe a la salud pública - tiene ya establecidas en la mitad de siglo XIX las indicaciones generales para la protección de la ciudad como base del modo productivo capitalista. Esta protección está indicada por la medicina y el apoyo más efectivo parece estar relacionado indirectamente con los frecuentes brotes epidémicos.

Respecto la cuestión específica del saneamiento, los primeros resultados prácticos ocurren, a mitad del siglo, en aquellas ciudades donde las medidas se hacen más imprescindibles: Londres y después París, las dos grandes metrópolis del siglo XIX, se ponen, por sus dimensiones y la labor innovadora, como modelos del saneamiento de la ciudad industrial.



Vista de la colectora de la ribera derecha del Sena, visitada por Cerdà cuando de su construcción en 1858, publicada en su Teoría de la Construcción de Ciudades.



Bruselas, Edimburgo y Londres. Secciones de cloacas de ciudades europeas utilizadas por Cerdà para ilustrar la TCC. 1859.

Edwin Chadwick, que es uno de los primeros en comprender la trascendencia de la higienización de la ciudad industrial, es también uno de los primeros en introducir aquellos conceptos desarrollados teóricamente durante la primera mitad del siglo: la ciudad como un cuerpo humano, dotado de dos sistemas de circulación (arterial y venoso); uno capaz de conducir el agua potable y el otro evacuar el agua residual.

Este sistema que debería funcionar de forma continua ("circulation not stagnation"), quedará como el prototipo para todo modelo: hacer llegar el agua en cantidades mínimas adecuadas a toda población y distanciar lo más rápidamente posible los excrementos una vez que estos se produzcan. Se condenaba así no solo las letrinas o pozos negros sino también el uso de las fosas sépticas por el riesgo que suponía en la producción de miasmas contaminantes.[241]

Mientras en Londres se desarrolla el concepto de saneamiento total (donde llega el agua llegará la alcantarilla para el agua residual), en París el modelo en principio propuesto gana una dimensión todavía más agresiva: además de la evacuación completa de las materias líquidas o sólidas se daba la condición de visitabilidad en todas las galerías. En París las alcantarillas funcionan como calles específicas para la evacuación de las aguas servidas, protegidas de todo contacto visual, olfativo y táctil. La experiencia londinense no queda así desaprovechada por Haussmann, que cuando llega a la prefectura del Sena encuentra la ciudad con poco más de 120 Km de alcantarillado para evacuar las aguas pluviales y residuales. Haussmann encarga en 1856 al ingeniero del Service Municipal des Travaux Publics A. Mille, un viaje de estudios a Inglaterra para que investigue el sistema de aprovisionamiento de agua y evacuación de las aguas usadas que se hace construir según las indicaciones de Chadwick. Viaje que algunas décadas después harán ingenieros de otras grandes ciudades europeas, como Pere García Fària desde Barcelona, o de más lejos, como Saturnino de Brito desde Río de Janeiro.



Sección de una alcantarilla de Londres: a diferencia de lo que caracterizan los flujos superficiales, los de la ciudad subterránea se caracterizan por peligrosos, incómodos y residuales.



Sección explicativa de los servicios e instalaciones ideales para la evacuación en una calle y una casa parisina antes del tout à l'égout; los conductos, el tubo de ventilación, el pozo negro, el carro con el sistema neumático de evacuación de letrinas, el carro de basuras, la sirvienta con la escoba, la señora que tira el polvo por la ventana y la alcantarilla, representan una sociedad limpia ideal. El destaque en color es nuestro.

Como primer secretario de la Poor Law Board, Chadwick había realizado en 1842 un informe basado en una encuesta sobre las condiciones de la población de renta baja en las ciudades inglesas. De este informe resulta la Public Health Act de 1848 (año de una epidemia colérica), y en varias disposiciones relativas a la salud pública instituidas en los veinte años siguientes. Entre los resultados logrados, después de la fundación de la Board of Health y del Public Health Act, hacia 1859, bajo la dirección de los ingenieros Bazalgette y Binnie, se construye una red de alcantarillado para Londres con 1.200 Km. Esta cifra solo será igualada en París hacía 1885 cuando la ciudad dispone entonces de más de 1.000 Km de alcantarillado con la diferencia cualitativa que supone su total visitabilidad.

Es importante notar, en el contexto de las iniciativas de Chadwick que, hasta entonces, las primeras manifestaciones por la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera no estaban directamente vinculadas a la mejora específica de las condiciones sanitarias de su vivienda. No estaban incluidas, específicamente, aquellas infraestructuras destinadas a la evacuación de desechos o el aprovisionamiento del agua. Chadwick marca así el principio de una era que será conocida como la Sanitaria, no solamente por su preocupación en identificar aquellos problemas de salud pública, que afectan de manera especial la población de renta baja, sino principalmente por las características de los mecanismos de mejora que propone. En realidad, antes de las encuestas que realiza, y que definen las líneas a seguir por las leyes de salud pública en Inglaterra, los movimientos sociales se preocupan solamente por extender a la población obrera un concepto poco efectivo de recuperación de las fuerzas y energías perdidas por las malas condiciones de trabajo y vivienda. Ésto, aunque de algún modo era un hecho positivo para el modo productivo, no trasciende en la preocupación por el saneamiento propiamente dicho.

De su viaje a Londres, Glasgow, Manchester y Liverpool, el Ingeniero francés A. Mille concluye, respecto al sistema de evacuación, que es necesario hacer verter directamente no solo las aguas sucias, sino también el contenido de las letrinas. Además, que estos últimos deberían recibir un tratamiento que permitiera su uso como abono para el cultivo de las tierras, tal como también había propuesto Chadwick y concluye finalmente que es necesario diferenciar el abastecimiento de agua entre aquellas de uso público y privado. Se había dado el primer paso para que la utopía tuviera uno de sus principales objetivos hecho realidad: a la modernización tecnológica se sumaba el cierre simbólico del círculo vital con el aprovechamiento de los residuos fecales para producir nuevos alimentos para la ciudad.



París, 1858. Belgrand construye once colectores que desaguan en el emisario de Asnières. Este emisario conduce el agua residual al Sena pero solo después de que este haya pasado por la ciudad.

Utopía hecha realidad



Este conocido grabado que representa un grupo de ciudadanos burgueses visitando las alcantarillas de París, dan cuenta de una cierta confianza respecto a los efectos de inmunidad que la obra de ingeniería tienen sobre las miasmas. "Une visite aux égouts de París". Versión publicada originalmente en Le Magazin Pittoresque, 1870.

Como había propuesto Mille, Belgrand instala una distribución de agua diferenciada: una conduce la eau de boisson y otra el agua específica para los servicios domésticos e industriales; en total 300.000 metros cúbicos diarios distribuidos en las fuentes públicas y a domicilio a través de cerca de 1.600 kilómetros de conductos. Esta entrada tan importante de agua, por la cantidad y por los domicilios servidos, exige por otro lado una salida proporcionada correspondiente teniendo en cuenta lo que debería resultar como agua residual. Para realizarlo, en 1855, Haussmann propone al Conseil municipal tres condiciones básicas para la instalación del sistema de alcantarillado: en primer lugar se trata de asegurar la evacuación inmediata de las aguas pluviales, las aguas de limpieza de la vía pública y de las aguas industriales y servidas. La segunda y tercera condiciones estaban directamente vinculadas a permitir la fácil manutención y limpieza del sistema: la obra debería tener unas dimensiones que permitieran no solamente la circulación y el trabajo de los obreros, sino también la limpieza de las “cunettes”(canales internos en los colectores) por barcos o vagoncisternas.

Pero la idea de que los residuos fecales lanzados directamente a la alcantarilla diseminara su amenaza miasmática y que la desgracia económica afectara a las empresas responsables de los servicios de extracción de letrinas, eran dos fuertes argumentos tenidos en cuenta por Haussmann en contra del tout à l’égout.

“Néanmois le Tout à l’égout de M. Mille me causant des répulsions invincibles, je fis appliquer, à l’Hôtel de Ville et dans les Halles Centrales, le système séparateur qui projette incessanment à l’égout, sans laisser le temps de l’engrais humain, étendus par l’eau des water-closets. On concentrait, sous un faible volume, les éléments sólides renfermant le plus de principes fertilisants, qu’on peut désinfecter ou seulement enlever, pour les livrer à l’agriculture, au moyen de tinettes soigneusement closes, par des galeries communiquant avec l’égout.”



Soluciones necesariamente funcionales dan a los espacios generados por las obras de infraestructuras sanitarias, una entidad propia de la arquitectura racionalista aplicada en la superficie a la construcción de estaciones de ferrocarriles, depósitos de agua, etc. "Collecteur général. Vanne de barrage et sa chambre."

Así, es que el principio del tout à l’égout, propuesto por Mille, solamente es aceptado en parte y poco a poco por Haussmann para reformar y ampliar los 120 kilómetros existentes, en los 560 que bajo la dirección de Belgrand se construirán durante el Segundo Imperio: primero se hace obligatoria la evacuación de las aguas servidas de los edificios particulares en el alcantarillado por un decreto ley de 1852, después se admiten las aguas sucias filtradas de letrinas en 1859, la utilización de las materias sólidas de las fosas para uso agrícola en 1869 y por fin en 1899 (Ley de 1894) el tout à l’égout propiamente dicho.

Pero lo más cercano al sueño utópico de una ciudad subterránea, que atendiera especificamente a las necesidades de la excreción y de los flujos indeseables de la superficie, se concreta con la estructura jerarquizada y fáustica de la obra parisina. A diferencia del sistema ideado en Londres, Belgrand propone una red totalmente visitable formada por una trama jerarquizada de calles. En París, para cada calle ordinaria hay dos alcantarillas construidas bajo las aceras (égout élémentaire) destinadas a recibir las aguas residuales de los respectivos inmuebles. Estas alcantarillas elementales desaguan en las galerías mayores, llamadas colectoras secundarias, y que corresponden en la superficie a calles igualmente secundarias, y estas a un colector principal (en este caso el collecteur d’Asnières de 4,40 m de altura y 5,60 de ancho). Curioso es que, respecto a este carácter jerárquico, la diferencia fundamental, respecto al sistema superficial de ciudades como Lübeck en el siglo XII, es sólo la condición subterránea y la tecnología más avanzada permitidas por la revolución industrial.

Las secciones de las colectoras, cloacas y alcantarillas dan idea del espíritu jerárquico del modelo parisino de evacuación residual. La ciudad subterránea reproduce la importancia de los espacios y las estructuras de flujos de la superficie. Pero si la lógica subterránea es distinta, ¿porqué se repite el modelo? Cada calle de menos de 20 m de anchura tiene una alcantarilla secundaria y las de 20 m o más tienen dos alcantarillas. La selección de uno de los 14 tipos de secciones transversales de alcantarillas disponibles depende de la cantidad de agua que esta deba recibir, de la pendiente longitudinal que es posible darle y del diámetro de las cañerías que serán colocadas. En el nivel superior de la jerarquía están las colectoras y los sifones. Estos últimos funcionan como puentes subterráneos. Gracias a ello, la imagen que nos enseña Belgrand de la sección del sifón del puente de l’Alma, es sin lugar a duda, la que mejor sintetiza el espíritu que impulsa la ordenación urbana de la ciudad decimonónica. Aquí, la percée haussmanniana es perceptible más allá de las aperturas y de los cambios en la estructura urbana de la superficie: no sólo es topológica también es interna y visceral. La reforma se percibe al nivel de las representaciones anatómicas del organismo urbano, para utilizar la metáfora que más veces han utilizado los higienistas.



Sections types des égouts de París. 1856.

Las aguas de la orilla izquierda acceden al colector de Asnières por un sifón que pasa bajo el Sena a la altura del puente de l’Alma (hoy el museo del alcantarillado). En total 540 kilómetros durante el Segundo Imperio y más de mil kilómetros cuando sirve de modelo a García Fària al realizar su proyecto de alcantarillado para Barcelona. (actualmente cerca de 2.100 Km).



La imagen de los dos puentes dan idea de hasta que punto ha llegado el ideal utópico por ordenar los flujos urbanos. Los ingenieros construyen una ciudad técnicamente compleja pero también de un gran contenido simbólico.



Siphon de l'égout collecteur de la rive gauche de la Seine, en amont du pont de l'Alma.

“Se hace pasar por el interior del tubo una bola de madera, cuyo diámetro es 15 cm menor que el del tubo; esta bola, siendo más ligera que el agua, rueda aplicándose contra la generatriz superior del tubo, y deja libre, por debajo, una sección en la que el agua, elevada aguas arriba, pasa con violencia.”

Curiosamente en España estas obras no parecen tener un interés inmediato y proporcionado a las dimensiones de las intervenciones. Verificando la publicación especializada más importante, la Revista de Obras Públicas publicada a partir de 1853, solo encontramos una primera referencia importante sobre las obras de saneamiento de París en 1878. Pero en el informe que se publica en tres números consecutivos de la revista, el tema merece un espacio antes solo reservado a las obras de ingeniería más directamente vinculadas con el transporte. La información publicada no es resultado de alguna visita técnica de un especialista o interesado español, sino que está recogida de la Révue Scientifique y pretende dar a conocer los "servicios de distribución de la villa de París".

Este artículo dedica especial importancia a las características de la red de alcantarillas y sistema de limpieza, así como de los modos de utilizar en la agricultura las aguas residuales. En la época, la red de alcantarillas colectoras recogen las aguas de 6.450 hectáreas, de las 7.500 que tiene el recinto de París. La red propiamente dicha de alcantarillado y distribución de agua (todas las cañerías de agua, de fundición, se instalan en las alcantarillas y subsisten algunas en zanja por no encontrase completa la red) es de 610 Km del total de 1.040 kilómetros de alcantarillas considerados necesarios para el saneamiento de los 870 kilómetros de calles de la ciudad. La cantidad de alcantarillas construidas supone el acometimiento de 22.000 inmuebles. Se destaca también que del alcantarillado que todavía no se ha construido, un tercio está considerado como poco urgente y que todavía algunos barrios (Auteuil y Bercy) lanzan sus aguas servidas directamente al Sena en el tramo que este rio discurre por el interior de París.

El servicio de utilización agrícola de las aguas de las acantarillas es organizado en 1867 y confiado al ingeniero jefe de puentes y caminos Mille y a Durand-Claye ingeniero subalterno. Entre 1871-1878 está bajo la dirección de M. Belgrand y en el momento de la publicación del artículo depende de la Dirección de Trabajos de París cuyo jefe es Alphand. La utilización de las aguas para el riego está considerada doblemente benéfica: a la vez que evita la infección del Sena, se aprovecha la energía fertilizante cuando se dirigen convenientemente sobre los terrenos. Además, las aguas son muy buenas para el riego porque se presentan calientes en invierno y frescas en verano. En los riegos de las llanuras de Gennevilliers se utilizan en 1868, 35.400 metros cúbicos para el riego de media hectárea. Un año después son; 634.810 para 7 hectáreas) y 12.000.000 en 1877 para 360 hectáreas; todos los terrenos se riegan por los propietarios y colonos y la villa de París no posee más que un pequeño jardín de ensayo.

Aunque los datos están recogidos de la Revue, los comentarios de los editores dan a entender que la obra es sin lugar a duda grandiosa, y también destacan el hecho de que París es la única población de Europa que conserva el sistema de fosas en las casas. El comentario no es correcto visto que otras ciudades importantes, como Manchester, hacían utilizar fosas móviles y pozos ciegos. Pero llama atención el hecho de que con toda la modernización y las condiciones necesarias para evacuar directamente las materias fecales por la red de alcantarillas, los parisinos continúen haciendo servir el sistema de letrinas. Es paradójico el hecho de que la invención inglesa del tout à l'égout se haga famoso gracias a París teniendo en cuenta que la ciudad, aun disponiendo de agua y estando técnicamente preparada, solo utilizará este sistema a partir del decreto de 1894. Mientras tanto los contenidos de las letrinas se transportan en toneles a los estercoleros privados y al estercolero municipal establecido en la Villete.

“(...) las materias se echan en grandes tinas, y de aquí, por medio de máquinas de vapor, son impelidas por cañerías metálicas á 10 Km de Bondy. (…); una ventilación enérgica hecha los gases, que son quemados en calderas. Jardines bien cuidados rodean el establecimiento".

Precisamente, la cantidad de materias que se llevan al estercolero municipal de la Villete había, al tiempo de la publicación del informe, disminuido de manera importante: en 1861 son 334.000 m3, en 1867 sube a 577.000 m3, en 1869 continua a subir y alcanza 608.000 m3, pero a partir de 1876 baja a niveles de 1861 con 388.000 m3. La disminución se explica con la autorización por medio de Decretos del Gobierno Civil para que los contratistas crearan sus estercoleros particulares a donde transportar las materias. Esto supone una razón más, junto con aquella relativa al temor por los efectos miasmáticos, para que el tout à l'égout no sustituyese el sistema de letrinas. La Compañía Lesage, por ejemplo transporta las materias a su estercolero donde produce abono con la desecación de las materias y explota con el excedente terrenos de más de 100 hectáreas cerca de Maisons-Alford. Todo ésto aún teniendo en cuenta “que infectaba toda la atmósfera de los alrededores y daba unas aguas, por decantación, completamente pútridas que se echaban al Sena”. En efecto, a principios del siglo XX, como veremos, la saturación de las tierras destinadas al riego con agua proveniente del alcantarillado de París, alcanza proporciones que inviabilizan la utilización en la zona de las camadas de aguas subterráneas para el uso doméstico.



El significado espacial de las obras encanta por las posibilidades espaciales; la entrada del sifón del puente de l’Alma - que por su vez está en el interior de una galería - se podría entender como el subterráneo del subterráneo... "Entrée des Siphons. Rive Gauche." Detalle del sifón de Pont d'Alma.



Desosbistrucción del sifón: la esfera limpiadora, introducida para forzar la presión del agua sobre las paredes interiores de la tubulación, es como una técnica que se adelanta a la medicina cardiovascular... "Entrée des Siphons. Rive Droite."

La grandeza de la obra la hacía un modelo irresistible tanto cuanto la percée haussmanniana ha sido la forma de intervención modélica de la ciudad preexistente.Con las reformas urbanas realizadas por Haussmann, estaban echadas las cartas del prototipo de intervención a seguir.

Pero si en París la reforma de la ciudad antigua, la construcción de la ciudad nueva, el equipamiento, la infraestructura y el nuevo perfil administrativo se construyen de forma paralela, como elementos de un mismo objeto, en Barcelona y en la mayoría de las ciudades haussmannizadas, estas mismas operaciones serán parciales y dispersas: en Lille (Rue de la Gare, 1869), Rouen (Rue Imperiale, 1860), Lyon (Rue Impériale, 1857), Marseille (Rue de la République, 1864), Montpellier (Rue Nationale, 1878), Toulouse (Rue d'Alsace-Lorraine, 1870), Río de Janeiro (Avenida Central, 1904), Barcelona (Via Layetana, 1911). La apertura de una única vía parece servir mucho más a marcar simbolicamente la entrada en la modernidad, que cambiar la estructura urbana. En el caso de la capital catalana podríamos citar, además, un conjunto de obras: la construcción del Ensanche durante la segunda mitad del siglo XIX, la anexión de las poblaciones del llano a finales de siglo, la reforma y construcción de la red general de alcantarillado solamente llevada a cabo a principios del siglo XX, y la incipiente reforma del Casco Antiguo con la apertura de la Vía A (Proyecto Cerdà) en 1911. Podrían corresponder en su conjunto a las obras entonces llevadas a efecto por Haussmann.



Para la limpieza se emplean tres aparatos diferentes: con el vagón-báscula (imagen) se realiza la de alcantarillas de carriles en las que el agua no es abundante, haciendo que las materias se descarguen en los colectores mejor provistos de agua; con el vagón-compuerta se rueda por los carriles y por medio de un engranaje la compuerta baja a la cuneta ocupando casi toda su sección, haciendo que el agua se eleve, pase con violencia bajo la compuerta y empuje las materias que encuentra sobre la solera y el carretón por la presión; finalmente el barco-compuerta (para las alcantarillas de cunetas de 2,20-3,50 metros) que funciona de la misma manera que el vagón-compuerta. Las aguas de la vía pública se introduce en las alcantarillas utilizando más de 7.000 imbornales.

El legado de la operación de saneamiento de París, entendida en sentido amplio, está en el contexto de una de las operaciones paradigmáticas en la historia del urbanismo; la transformación de París comandada por Haussmann comprende el trazado de 95 Km de calles nuevas sobre la trama urbana preexistente, haciendo desaparecer 50 Km de calles antiguas y construyendo 70 Km de calles nuevas en la franja periférica. Construye la instalación de la iluminación a gas, las escuelas, hospitales, colegios, cuarteles, prisiones y parques públicos. Promueve la incorporación de los municipios periféricos y la división administrativa en los 20 barrios hoy existentes. En su conjunto, y no de forma aislada, estos elementos de la urbanización forman la haussmannización de París. Pero como resultado de su diseminación como modelo de operación urbana rectificadora, para adaptar la vieja trama urbana a las necesidades de la ciudad industrial, encontramos referencias casi sólo a las aperturas viarias regulares. Pero la haussmannización es mucho más que la simple percée. En algunas otras ciudades, como vimos, esta percée queda resumida en una única apertura de calle superficial sin los demás elementos fundamentales del proyecto de Haussmann.

Al no implementar el tout à l’égout, la gran obra de saneamiento de París no deja de parecer también una gran incógnita. La discusión respecto a las conveniencias de los varios sistemas (unitario, separativo o la tradicional letrina) sigue dominando los estudios para el saneamiento de otras ciudades, algunas de las cuales insistirán en la utilización racionalizada del modelo más conservador: alcantarillas para las aguas residuales y depósito de letrinas para las materias fecales. Este es el caso de Milán y Turin, ciudades consideradas las más higiénicas de Italia, donde se hacia servir el sistema de letrinas con extracción neumática.



Musée de l'égout de París: plano para las visitas a las alcantarillas de París y representación del sistema de colectoras actual. En la sección destinada al sistema actual de saneamiento de París, la representación multimedia todavía insiste en las referencias metafóricas de la ciudad como un organismo vivo. Sistema de colectoras actuales de París.

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