Aunque este estudio se realizó hace seis años, se le ha dado muy poca publicidad, a pesar de tener una extraordinaria importancia; ese es el motivo por el que vuelvo ahora a escribir sobre ello. Se publicó en la edición del 15 de septiembre de 1999 del Journal of Neuroscience, y era la primera demostración que se pueden reconstituir escenas secuenciales en tiempo y espacio, a partir de respuestas en conjunto de neuronas visuales. Nos colocó firmemente en el futuro del que escribió Gibson.
Ahora sabemos qué aspecto tiene la experiencia en crudo, en el interior del cerebro de otro ser viviente; consecuentemente, quedaron obsoletas varias interpretaciones filosóficas de la mente, que parten de la noción que la experiencia interior es eternamente privado. No dudo en absoluto de que dentro de no mucho tiempo este tipo de interfaces se conectarán con seres humanos, con una asiduidad y el coste de un tatuaje complejo. Estos interfaces serán, además, bidireccionales, lo que nos dará la posibilidad de aumentar la realidad, o sustituirla, o simplemente grabar nuestros sueños nocturnos para compartirlos con otras personas. No transcurrirá mucho tiempo hasta que nuestro interfaz preferido con el espacio cibernético sea por medio de enchufes mentales, posiblemente consistentes en haces de nanoalambres insertados a través de la arteria femoral.
“Cat Jacking” es un juego de palabras, en el que se combina la palabra “gato” (cat) con car jacking – un tipo de robo de automóviles mediante atraco, habitualmente cuando el conductor se detiene ante un semáforo, momento en el que es forzado a entregar su vehículo. El juego de palabras consiste en una similitud entre el robo del vehículo con el motor todavía en marcha, y la “sustracción” de imágenes vistas por un gato vivo.